El producto gourmet más antiguo de Navarra
Esta lata la tenía mi abuela guardada en un armario. Desconozco el motivo pero a mí me encantan estos descubrimientos.
Cuando vino a Zaragoza en los años 30 sirvió para una familia que vivía en la calle Espoz y Mina nº2 y veraneaban en Navarra. Puedo pensar que la compró allí y la guardó toda la vida

CAJA HOJALATA MANTECADAS SALINAS
21 x 7 x 4 cm.
Mantecadas Salinas. Marca Registrada.
Fábrica de Mantecadas Hijos de Paulino Salinas.
Tudela de Navarra.
Calderón 1,
Soldevila 17.
Tel. 142 y 317
En la base: Antes de abrir la caja fijarse en el precinto señal de garantía.
En paginas de coleccionismo hay muchisimas, bastante parecidas porque no cambiaron el diseño de la lata al parecer durante años pero para intentar datarla me he fijado en algunos detelles:
- que pone Tudela de Navarra
- los numeros de telefono de solo 3 digitos
- pone en un lateral "las unicas mantecadas que desde hace 50 años..."
La caja fue fabricada en Badalona (Barcelona) por la empresa d. De Andreis m.e. Badalona.
Casa Salinas
Empresa fundada por don Paulino Salinas en el año 1870 - la pastelería más antigua de Tudela (Navarra).
Aquella confitería que, en origen, se registró como fábrica de chocolate y ofrecía, además de sus típicos y golosos dulces, otros productos como cera para velas, licores o juguetes.
Todo había comenzado cuando, atraído por el bullicio económico y social de una Tudela recién incluida en las nuevas redes de comunicaciones ferroviarias, Paulino Salinas, natural de Beire, llegó a la capital de la Ribera en la década de 1860, posiblemente entre 1863 y 1864. El joven confitero, huérfano de padre y madre, acudió al estruendo del estallido comercial de la ciudad después de un periodo retribuido de aprendizaje en una fábrica de dulces de Pamplona, que le sirvió para sacar adelante a sus hermanos menores, y donde adquirió los conocimientos necesarios para, con 29 años, y ya casado con la tudelana María Pobes, establecerse como confitero con negocio propio en pleno centro.
La situación de la ciudad no podía ser más apetitosa: Tudela despegaba hacia la modernidad tras convertirse en el centro del eje Pamplona-Zaragoza-Logroño. No en vano, la Compañía del Norte la había metido de lleno en la línea de comunicaciones del Norte, tras inaugurar la línea Bilbao-Miranda-Tudela-Zaragoza-Barcelona. Las posibilidades de este hecho eran infinitas, más todavía para alguien con inquietudes empresariales dispuesto a establecerse allí donde hubiera un atisbo de progreso. Y en Tudela, coincidiendo con la llegada de Paulino Salinas, el ferrocarril garantizaba el transporte de mercancías y la nueva burguesía demandaba servicios y productos, animada por la bonanza. En 1893 llegaría la electricidad a la capital de la Ribera, abriendo nuevas perspectivas industriales.
Sobre estos mimbres se levantó Confitería Salinas, fundada oficialmente en 1870 para la fabricación de chocolate y otros dulces en su propio obrador, cera para velas y tienda abierta al público. El edificio en el que Salinas estableció su aventura empresarial albergaba, además, la vivienda familiar, en cinco plantas en cuyo bajo se encontraba el comercio y a la vista del público que transitaba por la calle el obrador, solo separado de los transeúntes por una cristalera. Hasta en eso fue pionero el de Beire, siglo y pico antes de que en el sector de la restauración se pusiera de moda cocinar ante la mirada de los clientes.
La confitería original abrió sus puertas en la Rúa, donde por un tiempo también se instaló la familia. El imparable desarrollo del negocio propició que a finales de la década de 1880 Paulino Salinas trasladara familia y confitería, ya unidos inseparablemente en el imaginario tudelano, al número 1 de la calle Calderón (renombrada más tarde Muro), a la casona que fue testigo del cubrimiento del río Queiles que discurre, ahora soterrado, a escasos metros de su puerta. La presencia del edificio, coronado por el nombre de la familia y el año de su fundación, 1870, refleja el imparable desarrollo de la confitería desde su apertura.
Al fundador le seguiría, tras retirarse, su primogénito, Nicolás (nacido en 1873), quien ha pasado a la historia local más como un prestigioso fotógrafo que como rector del negocio, aunque sería el encargado de revolucionar las técnicas de publicidad y marketing, anticipándose incluso a su propio tiempo. Para entonces, Casa Salinas había adquirido ya prestigio internacional por su presencia en la Exposición Nacional de París de 1902, donde logró una medalla de oro y un diploma acreditativo.
Sería el hermano de Nicolás, Francisco Pedro, nacido en 1882, el encargado de dar continuidad al negocio familiar, a pesar de que su vida parecía orientada a la docencia en la Universidad de Zaragoza. Fue un hombre culto, buen escritor, de exquisito gusto y profesional imaginativo y resuelto. Luego ya completarían la historia su hijo Paulino y su nieto de igual nombre, el último de la estirpe.
https://www.noticiasdenavarra.com/gastronomia/2020/12/07/mantecadas-salinas-150-anos-siguen-2198869.html